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Profilaxis Podal
¿Sabías que una persona normal puede llegar a dar tantos pasos en su vida como para dar cuatro veces la vuelta al mundo andando? Nuestros pies soportan entre 2 y 4 veces el peso de nuestro cuerpo a cada paso, en ellos se encuentra el 25% de los huesos de todo nuestro organismo, y ya solo en uno de nuestros pies tenemos más de 250.000 glándulas sudoríparas. Lo dijo Da Vinci en el siglo XV, “el pie humano es una obra de ingeniería de la naturaleza”.
Los pies son una de las partes más importantes del cuerpo, y a la vez una de las más olvidadas. Soportan nuestro peso y nos llevan hasta nuestro destino pero, ¿los cuidamos de la manera correcta?
Los pies son el único apoyo contra el suelo cuando caminamos. La forma de este y nuestra manera de pisar van a tener una gran repercusión en multitud de zonas de nuestro cuerpo, muchas alejadas de él. Nuestro pie está formado por tres puntos de apoyo en forma de triángulo: el hueso del calcáneo que forma el talón y las cabezas del primer y quinto metatarsiano.
El pie es propenso a sufrir alteraciones a lo largo de nuestra vida, sobre todo de tipo ortopédico. Cavo o varo, son las principales tipologías de pie asociadas a patologías. Por ello, es recomendable visitar a especialistas podológicos que puedan valorar la idoneidad de nuestra pisada, desde la infancia, cuando es más fácil corregir los problemas, hasta la vejez.
Nuestros pies también envejecen: el pie puede sufrir deformaciones, el tejido adiposo va desapareciendo, algunas enfermedades, como la diabetes, pueden generar problemas serios… Y lo mismo que acudimos al óptico para graduarnos la vista, debemos visitar al especialista para mantener una buena salud podológica.
No solo tenemos que vigilar nuestros pies, también nuestro calzado. Un gran porcentaje de personas utilizan un zapato más pequeño de lo que deberían. Pequeños detalles, como una puntera muy estrecha, no acertar con la talla, materiales poco transpirables o un excesivo tacón, pueden provocar patologías en nuestros pies como los temidos juanetes, los dedos en garra o los callos.
Si nuestra pisada no es adecuada no solo repercute a nuestros pies, sino a todo nuestro cuerpo. La articulación que más puede sufrir en relación a una forma de pisar defectuosa es la rodilla. De la misma manera, muchos de los músculos que se insertan en la pierna, tienen otra inserción en el pie. Esto quiere decir que determinadas formas de pisar pueden generar sobrecargas musculares, generadas por la forma de pisar.